Hay días que te sueño, nunca un sueño erótico, nunca un sueño común, eres como un sueño, te escribo cada vez que es tu cumpleaños un poema, un ensayo, una oda, un cuento, quisiera escribirte todas las palabras que conozco, quisiera agruparlas en un sentido estricto y coherente para expresar todo lo que mi alma siente cuando te evoco, aun recuerdo ese día donde nos despedimos, eran fiestas decembrinas, pasaban de las dos de la tarde, yo me había salido de la oficina como casi siempre, venía de regreso, te encontré en el puente, me sonreíste, yo te sonreí, comenzamos a hablar sobre temas tan triviales que ya perdí el recuerdo de lo hablado, pero no de lo sucedido, al final concluimos con un te cuidas mucho, me abrazaste, nos besamos en la mejilla y nos despedimos, de nuevo como si se nos hubiera olvidado todo, comenzamos a hablar de otra cosa aún más trivial que la anterior, concluyendo de nuevo con un bueno que pases una bonita tarde, me abrazaste, nos besamos en la mejilla y nos despedimos, de nuevo me comentaste algo que ya ni sentido tenía y hablamos más tiempo al parecer no queríamos alejarnos de ese puente en ese instante de ese momento, hubiese matado por inmolarme ahí contigo y concluir la existencia, me abrazaste, nos besamos en la mejilla y nos despedimos esta vez si fue en serio.
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