viernes, octubre 26, 2007

Cerezo Blanco

La historia tiene el personaje principal llamado Carlos el cual siempre había visitado el cerezo blanco cada vez que salía de la escuela, pues siempre meditaba bajo su sombra, le costaba 3 kilómetros llegar a ese árbol sin embargo el siempre sabía que valía la pena; algunas veces solo ocupaba su sombra para descansar de ese largo viaje otras mas su sombra era cómplice de su pensamiento e incluso negaba el aventón de su maestro o de su mamá con tal de meditar junto al árbol. Cuando tenía la edad de 11 años le contó sobre su primera cita de amor, sobre su deseo de salvar el mundo y su necesidad de ser libre, sensación que surgió después de venir observando a unos zopilotes en la lejanía del paisaje. Crecieron juntos pues aun recordaba cuando apenas empezaba a parecer un árbol fuerte y lo logró verlo fuerte después de muchos años.

El árbol era majestuoso y era su refugió, con el consideró el ser un sacerdote pues a los 13 años sentía que su alma era totalmente pura y que la palabra de Dios podía cambiar el pensamiento del ser humano, además de que siempre pasaba por un seminario camino hacia el árbol. Otros días mas extraños odiaba al ser humano, le reclamaba a dios y se odiaba a si mismo por no poder evitar lo que escuchaba y sentía al momento de ver a los animales ser sacrificados en aquel rastro cerca del árbol. El olor a sangre lo desesperaba y su impotencia lo corrompía. Pero Carlos la mayoría de las veces junto al árbol encontraba la tranquilidad que en ningún otro lugar encontraba. El paisaje era hermoso pues no existían caminos pavimentados y cerca del árbol un arroyo, frente del árbol un cerró grande y majestuoso, mas allá del árbol unas piscinas.

Fue su cómplice de la secundaria y preparatoria, cuando pasaba a jugar videojuegos mucho antes de llegar al árbol y después de sentirse culpable, su excusa siempre era que se venía caminando, solo el árbol conocía la verdadera razón. Un tiempo después decidió buscar otros caminos, pues sentía que ese mismo camino que recorría la mayoría de las veces no era lo que buscaba, encontró un camino hermoso y solitario, sin embargo no pudo negar que el cerezo blanco era mágico. Lluvia, frió, calores insoportables no fueron obstáculos para sentarse junto al árbol. Un día sin pedirlo la mano del hombre llegó a ese árbol, Carlos pensó que lo perdería para siempre, se separó del árbol y dejó de verlo por algún tiempo. Cuando regresó a ese camino el arroyo ya estaba contaminado, el paisaje estaba pavimentado, la pared de las piscinas tenía un letrero llamativo de una marca comercial, y el era más grande un poco más maduro, seguían meditando juntos de trivialidades que tiempo antes le parecían importantes. Sabía que el árbol no esperaba nada de el, no lo juzgaba por reprobar un examen, o no besar a la chica hermosa por timidez, negar a Dios, ni por querer cambiar el mundo le creía un loco.

El árbol sigue ahí y cada vez que tienen la oportunidad medita con Carlos como en los viejos tiempos cuando eran más pequeños, meditan y se extrañan en el alma esperando que algún día puedan extinguir su llama hacia la eternidad. Y deshojarse con el otoño del tiempo que transcurre en ellos.

1 comentario:

Nemesis2074 dijo...

Todos tenemos un lugar especial... un lugar en el cual meditar... un lugar en el cual dejamos a un lado todos los problemas... un lugar en el cual nos desahogamos... un lugar en el que se esta y no se esta... un lugar en el que somos felices y no nos importa nada.