DIOS (3/3) Parte de la antología "un chocolote por la tarde"

Es una trilogía que escribi hace unos meses que se hace llamar (Dios, la camara y un limpiador) esta es la tercera parte de la historia. Para quienes dicen que no creo, pues no creo en el mucho pero pues si existiera así es como para mi sería.

DIOS

Cuando era niño siempre creí que Dios había muerto en el momento en el que el universo había sido creado, cuya única vida bastaba para alcanzar el infinito y destruir todo aquello que se considerará vacío; claro era sólo un niño mis padres me habían explicado incoherencias, más grandes que las que yo pensaba, acerca de su existencia e irrealidades que sólo ellos se podrían creer, sin embargo decidí guardarme mi concepto en secreto.

Cuando me convertí en adolescente mi pensamiento fue un poco más romántico, quizás cambiaron debido a las hormonas o fue talvez porque solo conocí un poco más el mundo, lo que importa aquí es que Dios no solo había muerto como pensaba cuando niño, sino que había alcanzado la resurrección, haciendo alusión a la idea sobre la materia aquella que no se crea ni se destruye, sólo se transforma con el pasar del tiempo, siendo también creador del tiempo lo utilizaba a su favor, digamos que era Edison utilizando una bombilla.

Cuando el hombre dejaba de existir en el tiempo y sus recuerdos se desvanecían en la historia, el utilizaba este momento para volver a su forma original: el amor, y en algún lugar del universo toda esa energía de aquellos seres tanto consientes como inconscientes que al parecer se extinguían solo se transformaban de nuevo en un fragmento de Dios que viajaba miles de años luz para unirse a algún tipo de masa gaseosa que emanaba amor y todo esto sucedía en galaxias distantes.

Deje la escuela a los dieciséis años comencé a trabajar en bares, limpiaba zapatos, vendía periódicos, cargaba cajas en algún supermercado, vendí productos coreanos, chinos y de cualquier país oriental industrializado, fue así como terminé mi adolescencia, ganando me la vida honestamente y sólo para subsistir.

Llegue a la juventud había conocido los vicios mas sublimes y las libertades mas oscuras, fue ahí cuando Dios volvió a cambiar de perspectiva para mi pensamiento, fue en esta época cuando decidí negarlo y no es que no creyera en el, sin embargo quise probar el mundo sin su sazón divino. Deje de ganarme la vida honestamente, conocí al amigo de un amigo que conocía a alguien de algún lugar de esta ciudad que tenía trabajos para salir adelante y que estaba de por medio mucho dinero. Primero trabajé de repartidor, entregaba varios paquetes pequeños en distintos puntos estratégicos de la ciudad, con este trabajo gane lo de todo un año en tan solo unas semanas, cambie mis ropas. Después conseguí un departamento nada lujoso pero al fin tenía donde poder dormir sin que se me corriera o que me cobraran la renta atrasada a cada momento, mi primer auto llegó y con el las reparticiones se aceleraron y triplicaba mis ganancias. El jefe, aquel que me presentó el primo de un amigo ahora conocía mi nombre y decidió darme una oportunidad con entregas más grandes. A los treinta años era un hombre demasiado adinerado, con mi exceso de dinero decidí buscar un poco de seguridad por lo cual decidí comprarme un arma. El jefe me contrató de guardaespaldas, ahora era de la elite de la ciudad y otros jefes ya conocían mi nombre. Me convertí en cobrador de puerta en puerta, al jefe siempre alguien le debía algún dinero por lo cual yo tenía que cobrar por el, al principio con solo escuchar de parte de quien venía a cobrar la deuda pagaban fácilmente, sin embargo había algunos sujetos que no pagaban tan fácilmente así que tenía que hablar mas seriamente con ellos, primero algunos golpes para que buscarán bien en sus billeteras, si aún así se resistían tenía que aflojar algunos huesos y después de un poco de discusión e intercambio de palabras como seres adultos me pagaban.

Fue entonces cuando Dios se vino a mi mente, era de madrugada y al sujeto que había estado buscando por fin le había encontrado y tenía que pagar no solo lo que le debía a mi jefe sino el también el esfuerzo que me había costado encontrarle, ya en el camino había pensado en unas cuantas palabras para hacerle pagar ambas deudas, al llegar al motel de mala muerte donde se hospedaba, forcé la puerta de su habitación y lo encontré en su recamara estaba asustado me estaba apuntando con una escopeta hacia la cara temblaba, tanto que no podía siquiera disparar sabía que no era el chico del servicio pero aún así no pudo hacerlo, recordé que siempre traía el arma en mi espalda aunque jamás pensé en utilizarla, la tome velozmente y disparé al corazón sin dudarlo. Algunos minutos después del incidente me sentí totalmente destrozado parecía que mi cuerpo hubiera perdido su fuerza junto con la de aquel cadáver tirado sobre la cama, volví a recordar todo aquello que creía de Dios, por un momento pensé que el cuerpo inmóvil se extinguiría y que volvería a su forma original volando lejos de esta galaxia para llegar a aquella nube gaseosa llamada Dios, mi concepto de él volvió a cambiar de nuevo, ahora creía que Dios había sido asesinado por alguien mas fuerte que el, alguna especie de ser superior incluso a Dios mismo, no podía concebir semejante poder pero me quedé pensando por unos momentos y comprendí que Dios se había suicidado, no bastándose con el ser sublime, decidió crear la vida a partir de si, comprendió que la energía que lo mantenía de pie podría crear mas energía, al suicidarse su pensamiento no fue erróneo pues se esparció en fragmentos a velocidad de la luz por el vacío, Dios había muerto de todas formas pero de una forma mas sublime, su acto fue sin egoísmo digno de cualquier Dios que ahora que conocemos; mi jefe se enorgulleció de mi y mi dinero creció en proporción a aquel orgullo que derramaba mi jefe por haber matado a aquel pobre sujeto. Muerte tras muerte a mi cuenta del banco se le agregaba un cero a la cifra actual, para mi cada cero que aumentaba tan frívolamente era una especie de cruz que levantaba en nombre de aquellos que morían por mi cuenta.

Un día a casi tres años de mi primer asesinato el jefe mi obligo a cobrar a unos chicos un préstamo pequeño que les había realizado, me encomendó a tres jóvenes que al mirarlos me recordaron a mi cuando apenas comenzaba en este negocio. Les había comentado que sería simple y rápido por lo tanto no llevaríamos armas pues solo eran chicos que no tenía noción de quien era el que les había realizado el préstamo, así que solo intercambiaríamos palabras con ellos para obligarlos a pagar.

La bala que atravesó mi corazón me hizo recordar a Dios por última vez mientras caía al suelo lentamente. Alcance a observar al cuerpo que tenía muerto aún lado y me di cuenta que lo había golpeado demasiado pero el se lo había buscado, no debió insultarme se lo había advertido; miré mi sangre que comenzó a mezclarse con la del el otro cuerpo, respire por ultima vez.

Años, quizás siglos han pasado desde mi muerte, no lo se muy bien lo ultimo que les he de contar antes de perder mi alma es que Dios me ha llamado y puedo sentir como mi alma comienza a desintegrarse ha perdido su forma espiritual ahora es solo gas y ahora intenta salir de esta tumba llena de penumbras, la atmósfera terrestre alcanzó a rozar mi ultima forma de ser humano, mi alma se extinguió…he dejado la vía Láctea tiempo atrás y continuo viajando siendo solo una masa de gas…voy hacia el.