miércoles, noviembre 14, 2007

Otro Cerezo Blanco


Belle se llamaba aquel cerezo blanco que cada noche se desprendía de sus raíces para acercarse al lago que estaba cerca de el y mirar el reflejo de las estrellas y la luna que con la vibración del agua parecía que danzaban una a una en la sutil pista que era la oscuridad, parecía un baile romántico pues la luz de la luna los alumbraba con su resplandor, en ese instante Belle dejaba caer unos cuantos pétalos de su flor y sentía que participaba en el baile interestelar. Todas las noches de primavera a otoño hacía lo mismo. Cuando llegaba el otoño los niños jugaban bajos los pétalos que sus rosas despendían parecía que nevaba en aquel lago, sus hermanos hacían lo mismo derrochaban sus pétalos. Ya en el invierno el frío se apoderaba de sus raíces y las congelaba, solo podía observar el gran cristal que tenía frente de sí pues el lago se había congelado. En estos días Belle refugiaba a una familia de gorriones con sus ramas y les daba calor, ellos siempre se lo agradecían. La primavera era maravillosa podía sentir como sus hojas se liberaban y la alegría llegaba pues podía volver a bailar con la luna y las estrellas.


Una mañana de abril sucedió lo inevitable, el temblor en la tierra era tenebroso, el ruido de aquel motor fue asesino, lentamente se fue quedando sólo y únicamente podía observar como sus hermanos eran desterrados de la fiesta interestelar, y como temblando eran atravesados por una especia de maquina que el desconocía. Fue marcado con una cruz roja cerca de su corazón, sabía que pronto seguiría a sus hermanos por eso bailo una vez más con las estrellas y se despidió de los gorriones deseándoles suerte, se durmió acurrucado cerca del lago.


Abrió los ojos a la mañana siguiente, no sentía sus ramas, sus pétalos, sus hojas no entendía muy bien lo que estaba pasando sólo que no estaba muerto pero sabía que no era el mismo, estuvo acompañado de varios hombres durante varias estaciones, primavera y era más delgado, verano y su cuerpo brillaba como nunca, en otoño su nombre había cambiado ahora era Buen día, en invierno lo llenaron de redes y extraños instrumentos sobre su espalda, tomo un largo sueño de hibernación.


En la siguiente primavera despertó de noche sorprendiendo a su mirada lo que estaba a su alrededor, te estuvimos esperando escucho en su interior, era libre estaba atado cerca del muelle en aquel lago, y una vez más volvió a bailar con las estrellas a la luz de la luna pero esta vez no tenía que soportar el dolor de separar sus raíces de la tierra y el baile fue eterno, solo que ahora podía platicar con las nubes a la luz del sol sobre los secretos del mundo nocturno y la felicidad que sentía.

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